Cacerolazo
Tejido por Vilma Ojeda MenesesDos tapas de olla que se hacen escuchar como platillos, como una herramienta para generar sonido, estruendo, para hacer ruido. El tapiz muestra lo que era una forma común de protesta: a la hora convenida, desde las ventanas de las casas y departamentos a lo largo y ancho de todo el país, la ciudadanía hacía tronar sus cacerolas como una forma institucionalizada de manifestarse en contra de la dictadura de Augusto Pinochet.
Si bien el método no es exclusivo de Chile –historiadores han trazado su origen a Francia en el siglo XIX– ni de la época dictatorial –esta forma de protesta fue retomada durante la revuelta popular de 2019 y la pandemia de COVID-19–, el pueblo chileno adoptó esta manera de manifestarse y la volvió suya en los años ‘70 y ‘80 por un motivo lógico y simple: con un toque de queda vigente durante la mayor parte de los años de dictadura, salir a protestar a la calle no estaba permitido y, de arriesgarse a hacerlo, se convertía en una actividad de alto riesgo que podía terminar en la desaparición o la muerte. Cacerolear era una forma de unirse al sentir nacional en contra del régimen militar desde el encierro impuesto por el mismo régimen.
Los cacerolazos se hicieron comunes sobre todo en las doce Jornadas de Protesta Nacional que se realizaron entre 1983 y 1986, las que incluían paros, manifestaciones callejeras e intervención del espacio público durante el día, además de masivos y resonantes cacerolazos a las 20:00 horas. El sonar de cacerolas, cucharas de palo y tapas de olla se replicaba en las diferentes comunas de Santiago, pero también en ciudades fuera de la Región Metropolitana. Con un mismo estruendo metálico, la nación encerrada le decía al unísono que no a Augusto Pinochet y su tiranía.
Vilma Ojeda Meneses, Abogada, Alumna de Tapicería a telar. Chilena. Vive en Santiago.
Consuelo Ferrer Durán. Periodista y escritora con experiencia en medios nacionales e instituciones públicas, además de proyectos culturales y políticos. Nacida feminista en Chillán. Heredera de una tradición de tejido a palillo por parte de su familia materna. Militante de la muerte –del duelo– como parte formadora de la experiencia de vivir.
Proceso de tejido
Imágenes complementarias
20x42 cm | Hilo de bordar sobre urdimbres de hilo de algodón | Tapicería