El derecho de vivir en mi tierra
Tejido por Monica Duran ElguedaExilio
Tuve una infancia con escalas.
Aprendí a dormir en aeropuertos, a pensar en un idioma y a hablar en otro, a tener amigos en lugar de primos. Aprendí también que los viajes felices eran en auto; los tristes, en avión.
El primer viaje triste ocurrió en 1974.
Había que hacerlo todo así, rápido. Despertarse, hacer las maletas, cerrar puertas y ventanas, partir al aeropuerto.
En esos años el aeropuerto de Santiago parecía un terminal de buses emplazado en un valle desierto. El sonido de los helicópteros militares que sobrevolaban las pistas de aterrizaje se confundía con el de los ventiladores por los cuales apenas corría el aire.
Las despedidas eran mudas. Un vidrio aislaba a quienes se iban y de quienes se quedaban. Al pasar por policía internacional apartaron a mamá de la fila y revisaron si cumplía con el nuevo decreto. Se permitía llevar una sola maleta por familia y sacar del país un máximo de 100 dólares. Dieron vuelta los cosméticos de mamá alegando que, si encontraban más billetes americanos, la iban a interrogar. El control era bullicioso. La humillación servía de lección para otros. Le preguntaron, siempre gritando, porque a los enemigos no se les habla en voz baja, su nombre completo, los cuatro apellidos. Se burlaron de que uno de éstos, fuera extranjero. Le preguntaron por su edad. Le preguntaron por su panza de embarazada, por su destino, y quizás qué más.
-Roma, dijo ella.
-Salúdeme al papa-rieron.
- ¿Vacaciones?
-No.
- ¿Visita familiar?
-Tampoco.
-¿Turismo religioso?
Su silencio le dio algunas pistas al hombre que la interrogaba. No, el viaje no era de turismo ni de aventura, tampoco de trabajo o de estudio, mucho menos de de placer o divertimento.
El viaje pertenecía a la familia de los otros viajes. Viajes no deseados ni planificados, viajes surgidos por accidente o por fuerza mayor, viajes forzosos, con un solo billete, de ida, y ninguno de vuelta; viajes conocidos oficialmente como migraciones, éxodos, huidas o deportaciones. Viajes con una letra tatuada, la L. Viajes a todas luces, no fotografiables que sin embargo dejan huellas fotográficas.
Monica Duran Elgueda, Ingeniero Civil Industrial. Dedicada al área de finanzas. Santiago, Chile
María José Viera-Gallo Chadwick (1971) es escritora y periodista. Nació en Santiago de Chile y tras el golpe militar de Pinochet, transcurrió su infancia en Italia. Ha publicado los libros Verano Robado, Memory Motel, Cosas que nunca te dije y Química y Nicotina. Actualmente es profesora de Escritura creativa en la Universidad Diego Portales.
Proceso de tejido
Imágenes complementarias
20x20 cm | Hilo de algodón e hilo de bordar | Tapicería, bordado y embarrilado